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Silvia de los Santos | SCAIRA

El carácter transversal de los sectores aeroespacial y automoción favorece, de forma significativa, el impulso a la aceleración de start-ups e ideas innovadoras, al actuar como plataformas tecnológicas que integran múltiples disciplinas: desde la inteligencia artificial y los nuevos materiales, hasta la robótica, la sostenibilidad energética y la conectividad avanzada.   

Silvia de los Santos, responsable técnica del sector Aeroespacial y Procesos Productivos en Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA), se sirve del programa europeo de aceleración SCAIRA para hablar de esto y más.  

Últimamente, en Europa se habla mucho del sector aeroespacial y del de automoción por razones completamente diferentes, aunque ambos parten de una misma base: su relevancia tecnológica. ¿Cuál es el papel actual de estas industrias en el fomento del emprendimiento tecnológico? 

Es un papel fundamental. El sector aeroespacial y el de automoción son dos sectores liderados por grandes corporaciones e industriales, con una constante demanda de soluciones tecnológicas avanzadas, que les permiten aumentar su productividad para competir en mercados globales. Estas soluciones dependen, en gran medida, de la disponibilidad de una cadena de suministro robusta y fiable, pero a la vez innovadora. Esta necesaria simbiosis necesita, a su vez, potenciar vías que permitan la experimentación y validación rápida de tecnologías que puedan incorporarse a sus procesos productivos. Un proceso que no es sencillo. Para facilitarlo, entidades como Airbus Atlantic o Renault Group participan en proyectos europeos de aceleración de start-ups como SCAIRA, guiando a nuevas empresas en desarrollos que les puedan ser de utilidad.  

Desde una perspectiva de autonomía estratégica, ¿por qué considera la Comisión Europea que estos sectores son prioritarios en la actual agenda industrial y tecnológica?

Sin duda, porque son pilares fundamentales para alcanzar la autonomía tecnológica de la Unión. Por un lado, en el caso del sector aeroespacial, iniciativas como el Fondo Europeo de Defensa (EDF) impulsan el desarrollo de capacidades industriales propias, fomentando tecnologías de uso dual —civil y militar— que refuerzan la seguridad común y la competitividad global de Europa. Por otro lado, el sector de la automoción es clave en la transición hacia una movilidad sostenible y digital, lo que lo convierte en un vector esencial para la soberanía tecnológica europea especialmente liderando tecnologías europeas en baterías, conectividad o vehículos autónomos. 

La hoja de ruta que propone el Informe Draghi, plantea que dicho liderazgo debe incluir necesariamente a las pymes europeas. Para ello, pone en marcha mecanismos como la financiación en cascada, que permite incorporar start-ups en las cadenas de valor y procesos productivos de dichos sectores, aportando innovación y transferencia de conocimiento entre sectores y distintas regiones europeas.  

Sin olvidar la sostenibilidad…

Así es. La sostenibilidad debe situarse en el centro de todo proyecto tecnológico, independientemente de su escala. De hecho, una gran parte de los proyectos que se integran en los procesos productivos de los sectores mencionados se desarrollan con una perspectiva centrada en la descarbonización. Como, por ejemplo, el proyecto ZEROe, que tiene como objetivo lanzar al mercado el primer avión comercial propulsado por hidrógeno en la década de 2030.

¿Cómo se traduce el apoyo de la Comisión Europea al ecosistema start-up desde un punto de vista regional?

Si bien existe un marco de acción común, no todas las regiones europeas enfrentan los mismos desafíos ni disponen de los mismos recursos. En este sentido, la Comisión Europea cuenta con instrumentos de desarrollo regional específicos que se adaptan a las necesidades territoriales, como los European Digital Innovation Hubs (EDIH) y programas como Interreg SUDOE, cuyo objetivo principal es fomentar la cohesión económica, social y territorial en España, Francia y Portugal mediante proyectos colaborativos transnacionales. 

Para terminar, ¿qué perspectivas de futuro tienen, en tu opinión, estos sectores estratégicos? ¿Hacia dónde miramos? 

Ambos sectores se encuentran en un momento de transformación profunda, impulsada por la digitalización, la sostenibilidad y la necesidad de reforzar la autonomía estratégica europea. En el caso del sector aeroespacial, se prevé una evolución marcada por la integración de tecnologías como la inteligencia artificial para mantenimiento predictivo, la automatización de procesos, y una apuesta decidida por la eficiencia operativa y la sostenibilidad.

Por su parte, el sector de automoción avanza hacia una movilidad conectada, autónoma y libre de emisiones, con el respaldo de iniciativas europeas como el Plan de Acción Industrial para dicho sector, que busca garantizar su competitividad global en un entorno cada vez más exigente. En definitiva, miramos hacia un futuro donde la colaboración público-privada, la innovación tecnológica y la resiliencia industrial serán claves para consolidar el liderazgo europeo en estos sectores estratégicos y donde las pymes europeas jugarán un papel clave.

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